sábado, febrero 19, 2011

¿Es la vocación docente un llamado divino? (Marcela)

A lo largo de la historia el docente tuvo varias representaciones tales como apóstol, misionero, transformador social, etc., y en la actualidad se lo considera un trabajador más. A diferencia de otras profesiones, la docencia tiene el peso de la vocación. El término Vocación es un concepto muy usado en nuestro tiempo que nos sugiere un llamado ¿Pero un llamado de quién y a quién? Antiguamente se asociaba a lo eclesiástico, vocación sacerdotal, donde Dios llamaba al hombre para servirle como sacerdote. Luego se habló de vocación docente. ’’La cuestión de la vocación docente ha generado un descuido por parte de las autoridades en relación a las condiciones laborales y salariales de los maestros, por considerar que la satisfacción generada por la vocación compensaría las cuestiones económicas. Así se expresaba Karl Popper, “He constatado que sólo los seres que tenían un cierto don, y no estoy hablando propiamente de un don intelectual, sino de una relación interior con los niños, podían ser buenos maestros’’. No coincido con esta visión de la docencia porque considero que su ejercicio no se remite a un llamado divino, o una cuestión innata, tampoco a una simple transmisión de conocimientos, es una actividad compleja que requiere una formación académica continua. No basta con dominar una disciplina porque no aporta los elementos para el desempeño de la docencia en forma profesional. Para ejercer la docencia es necesario hacer énfasis en los aspectos metodológicos y prácticos de la enseñanza, del mismo modo en los aspectos sociales y psicológicos que van a determinar las características de los grupos en los cuales se va a ejercer su profesión. Pues el docente se enfrentará con obstáculos en el grupo clase, que serán el reflejo de lo que sucede en la sociedad. Son varias las causas que motivan a una persona elegir la formación docente. La docencia puede ser una segunda opción, un condicionamiento familiar, una posible salida laboral, etc. Algunos docentes se sentirán prisioneros de su trabajo porque tal vez no se la ha presentado otra posibilidad laboral. Pero hay muchos otros que durante su formación e ingreso al trabajo docente han sentido que educar es su verdadera vocación. Como son diferentes los orígenes por los que una persona decide ingresar al mundo de la docencia, los formadores de docentes no deberían solo centrarse en transmitir conocimiento y juzgar a aquel que no parece ser un enviado de Dios a realizar la compleja tarea de enseñar, sino, que deberían informar a los futuros docentes de las ventajas y desventajas de su futura labor.
Así como no considero que la vocación sea un llamado divino, tampoco acuerdo en que el docente sea ubicado o representado como el segundo padre o madre del alumno, dejándolo a cargo de aquellas cuestiones que son propias de su entorno familiar, como por ejemplo, la imposición de límites.
El trabajo del docente es complejo, no sólo transmite conocimientos porque su labor se ve atravesada por múltiples factores. En el proceso de enseñanza-aprendizaje, para no caer en la rutina, el cansancio y aburrimiento, el docente debe procurar generar un clima apto para llevar a cabo este proceso, de manera tal que ambas partes se vean favorecidas en el mismo. Apelar a los intereses de los alumnos y acompañar constantemente a los alumnos en la adquisición de nuevos conocimientos, promoviendo el pensamiento crítico, dando lugar a la reflexión. Es de suma importancia que los docentes se perfeccionen y realicen una autoevaluación de su trabajo en el aula, porque influyen en la formación de los alumnos como personas y ciudadanos, en tanto la ciudadanía se comprende como un conjunto de prácticas que definen a un sujeto como miembro de una sociedad, en relación con otros sujetos y con el Estado. El aprendizaje es un proceso de construcción, donde se pone en juego experiencias, conocimientos y procesos de pensamiento que la persona posee previamente a ese momento, y que debe recuperarse para que se incorporen los nuevos conceptos. La tarea de educar es compleja, nada tiene que ver con un llamado divino. Docentes y alumnos no son los únicos actores, sino que es una cuestión pública, y la forma en que se desempeña esta tarea pone en juego el futuro de las sociedades y el destino de los sujetos.

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